“Subiré al cielo,/le pondré gatillo a la luna
y desde arriba fusilaré al mundo/suavemente,
para que esto cambie de una vez.”
(Raúl Gonzalez Tuñón)
Desde las páginas del Barco hemos
atacado constantemente la hipocrecía, la mediocridad, el orden establecido...
Lo hemos hecho desde la poesía, claro está, pero hay momentos en que las
metáforas no alcanzan y la mano se dispara a quemarropa. Esta nota es producto
de uno de esos momentos en que la poesía resulta demasiado débil como para
luchar contra monstruos tan terribles.
Soy un
luchador constante, permanente , infatigable, como dicen algunos: un gladiador
(Carlos
Menem)
LO QUE TENEMOS es un país
completamente vendido, “privatizado”, atentados sin culpables, un desfile de militares
indultados que hacen jogging por Palermo, un presidente al que pretenden
candidatear ¡al Nobel de la Paz!, una televisión necia y estúpida, censura,
represión, hambre y violencia.
Por si esto fuera poco, también tenemos frente a nuestras
narices un riachuelo pestilente y basurales disfrazados de “relleno ecológico”,
incendios forestales provocados en pos de intereses económicos, prohibición de
recitales de rock (remenber Redonditos?), negociados inmobiliarios millonarios
(Wallmart, Carrefour, Jumbo, Puerto Madero) y “la mejor policía del mundo”.
Y esto no es nada si recordamos la injusticia permanente, la
desocupación y la corrupción imperante, que tornan esta ciudad (no digamos este
país, para que no nos acusen de querer federalizar la cosa) sencillamente
IN-SO-POR-TA-BLE.
Algunos creerán que esta es una definición pesimista y
negativa de la situación, y es cierto; pero si necesitan optimismo
y buenasnoticias ahí tienen la
campaña oficial, y toda esa corte de chupaculos
que pululan en los medios “importantes”.
LO QUE SE VIENE no
parece ser muy diferente. Las alternativas políticas, de las cuales la Alianza
constituye la única capaz de llegar al gobierno, no son “alternativas”, sino la
otra cara de la misma moneda. Ningún partido
político propone cambios radicales, y de hecho, serían incapaces de
provocarlos, ya que la dependencia al
FMI torna imposible un cambio de
rumbo. Por otra parte, la irregular
forma en que se realizaron las privatizaciones nos deja a merced de las
poderosas multinacionales que usurpan, hasta dentro de veinte o treinta años,
los ex- servicios públicos.
Si bien las últimas elecciones
sacudieron bastante la estantería menemista, los sólidos cimientos construidos
aún permanecen en pie. El fantasma del gobernador Duhalde continúa acechando el
sillón de Rivadavia, y aunque un tanto resentida, su carrera presidencial
continúa firme.
Existe algo terrible en Duhalde,
que no se puede ni siquiera adivinar en los otros candidatos.
Duhalde encarna en su figura todo
el pasado nefasto que los argentinos creíamos desterrado: las botas, la picana,
el falcon verde...su discurso es demagógico y fascista, y su política
asistencialista no hace más que acentuar los niveles de pobreza en la
provincia.
Institucionalizó el secuestro
mediante la penosa “averiguación de antecedentes”, que aún hoy en “plena
democracia” continúa vigente, e impuso un virtual TOQUE DE QUEDA a las
tres de la mañana que es sorteado hábilmente por los dueños de los boliches
mediante el pago de suculentas coimas al comisario del barrio.
“Aquí la
mafia es estatal”
(Ricardo
Ragendorfer)
Para que esto no ocurra, el
gobernador ha creado la Asociación de Padres Bonaerenses en Prevención de las
Adicciones, que tendrá a su cargo la orgullosa tarea de buchonear a quienes no
cumplan con los decretos que regulan la venta de alcohol y tabaco y el horario
de cierre de los boliches.
“... por
ejemplo pienso en Bailemos hasta Medianoche,
¿por qué
hasta medianoche?¿Por qué no hasta las cuatro
de la mañana?” (Jean Paul Sartre)
Los destinatarios de tan
extraordinarios “ beneficios” son
principalmente los jóvenes, que ven como todas sus libertades son
avasalladas, y sus derechos, ignorados sitemáticamente. Simultáneamente, por
alguna macabra razón, Duhalde empieza a caerle “simpático” a los padres. Seguramente, porque los ayuda a
controlar aquello que se les fue de las manos: la educación de sus hijos. Algo
que resulta bastante terrible, si tenemos en cuenta que dejamos la educación en
manos de narcotraficantes represores y fascitas.
Su forma de gobierno es muy
sencilla y siniestra a la vez: Acorrala al pueblo en la miseria y luego le
arroja unos mendrugos, una dádiva, un trabajo de doscientos pesos cortando
malezas junto a un zanjón, o algunos alimentos para los niños, que entregan las
“manzaneras” de su esposa Chiche envueltas en bolsas que dicen “Duhalde 1999”.
Con la clase media actúa de forma
similar. Los métodos son distintos, pero igualmente eficaces. El miedo
generalizado a perder (el trabajo, las pertenencias, la vida), el miedo a
“bajar de status”, de terminar viviendo en una villa miseria, es aprovechado
por el gobernador , que se vale de la violencia (económica, social, policial)
para ejercer el control. La clase media, transformada en un ente acrítico,
miserable, servidor de un sistema donde todo vale, se encierra en sus trabajos
y en “sus” shoppings, aferrandose a una forma de vida mediocre y sin sentido,
donde lo único que importa es conservar lo que se ha adquirido.
“Ya no
hay hombres -pensaba tristemente Micha- en la
tierra
hay unos seres extraños y lastimosos que ejecutan
una
voluntad ajena... apenas pueden comprender aquello
que
realizan con tanta indiferencia...
ninguno tiene la
fuerza
para decir esa palabra de humano orgullo: No...”
(Máximo
Gorki-En Prisión)
Precisamente en este punto termina
de cerrarse el círculo. Los grandes shoppings construidos en el conurbano,
sobre terrenos prácticamente regalados a sus compradores, (o canjeados por
arreglo de calles y la construcción de un nuevo edificio municipal, como sucedió
con Wall Mart en Avellaneda) son espacios cerrados donde no sucede nada. Un
útero de vidrio vigilado por videocámaras y guardias armados donde todo está
marcado/señalizado/ organizado para el completo bienestar de los paseantes. Una
forma más de controlar a los salvajes, de obligarlos a gastar su dinero, una
forma más de quitarte tu libertad, sin que casi te des cuenta.
“Vivimos
bajo el signo de la vigilancia”
(Michel Foucault-1971)
Publicado en Barco De Locos # 10, diciembre de 1997
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