NAUFRAGANDO EL FIN DE SEMANA


La idea de reflotar este barco -o quizás realizar una excursión al resto del naufragio- al menos una vez al mes, como verán, se hundió más rápido que el cofre del tesoro.

Pero puedo aprovechar un momento de distracción del capitán y compartirles mis crónicas telegrámicas del fin de semana: recomendaciones, comentarios, fotos y arqueologías varias encontradas en el fondo del bolsillo de un fin de semana agitado.

Que lo disfruten.

Arranqué cruzando la ciudad el viernes para ver a Antolín en Espacio Cabrera. Excelente. Un show íntimo y hermoso en un lugar espantoso y sin onda. Maite Amador acompañando, cervezas y un dato: no se pierdan su libro “Demasiado tarde para morir joven”, donde dice como éstas:


Si los textos de Antolín fueran comida, serían esos deliciosos petit four que inventaron los franceses. Pueden degustar algunos en esta bandeja:



Llegué a casa bajo la lluvia y me arrojé a ver el documental “Que no vivamos como esclavos”, sobre la última crisis en Grecia y algunas alternativas que va encontrando su gente para salir adelante y vivir en libertad.

Inspiradora… diría Catalina Dlugi.



El sábado a media tarde la lluvia me llevó hasta el San Martín, donde me amigué con Palo Pandolfo, con quién venía peleado políticamente desde que subió a cantar para apoyar la ley de medios.

Pero verlo a Palo prenderse fuego en el hall del teatro, igual –y cuando digo igual quiero decir IGUAL-, que lo hacía hace 20 años en cualquier sótano de San Telmo me conmovió hasta lo más profundo.

Y si no me creen, veanlo en estas fotos que le sacó Agustina:



Sábado a la noche. Llueve. La única que sale es La Única.

Nosotros nos  quedamos en casa, comiendo helado y mirando Bomb It, un documental sobre graffiti y arte callejero:


Ah, La Única es la única revista de buenos aires, no hace falta aclaración.


El domingo me fui temprano con mi fotógrafa favorita a ver Espacios Revelados, la muestra organizada por la Fundación Siemens y el gobierno de la Ciudad.


La propuesta parecía interesante, dentro de la obviedad que puede esperarse: no íbamos a ver nada que nos rompiera –literalmente- la cabeza. Todo dentro de los cánones oficiales, bien organizado… higiénico sería la palabra justa para un estilo de arte que no conmueve ni trasciende.


Arrancamos esperando casi una hora para ver Scattered Crowd, los globos de William Forsythe: una pavada, ¿quién no tuvo la idea de llenar una habitación de globos? Bueno, este tipo ni eso…

 

 

Para subir al mirador de la Galería Guemes también había que esperar mucho rato así que sin pedirle permiso a nadie y aprovechando la falta de uniformados nos colamos con Agustina en la terraza del Palacio Reconquista, donde sacamos alguna bonitas fotos.

Del techo al piso y luego al subsuelo: la bóveda del antiguo banco intervenida por SIMA: los restos de una fiesta para pocos a la que no fuimos invitados. De lo más interesante del festival.

 

 

Nos vamos al Ex Banco Tornquist a ver “Hoy es el día”, de Mariana Tirantte y Mariano Pensotti: Otra pavada-: un montón de casitas a escala con carteles que según el folleto “utilizando la gramática de las publicidades” contaban historias cotidianas de sus integrantes. Bueno, yo me imaginé que los carteles iban a ser una imitación de los carteles de publicidad, pero se ve que el tiempo o el presupuesto no dieron para tanto y eran carteles en blanco y negro con unas tipografías simplísimas y frases del estilo: “mi vecina le dice al marido que es un pelotudo - la banda de sonido de mi hogar”.

 

Revolución Pixelada, el corto del libanés Rabih Mroué me deja casi sin aliento para  subir a ver Laughing Hole, de La Ribot. Otra pavada –y van: un montón de pedazos de cartón con frases estúpidas. Tenía un marcador y le escribí FUERA MONSANTO en la parte de atrás de uno de los cartones. No se si se podía, pero nadie me dijo nada.



Sin duda lo mejor de la muestra fue “La invención del Barco es la invención del naufragio” de Magdalena Arau: una instalación desarrollada en tres lugares, acerca de un barco que encalló en Buenos Aires y fue enterrado en La Boca, crítica al el mercado inmobiliario incluida. 


 

Por último, quisimos entrar a ver una obra llamada “I’m Here”, de Julian Hetzel: una “performance” donde se podía acceder a un encuentro face to face con una ¿auténtica? persona sin techo.

Según explicó el muchacho de la puerta, el evento podía durar hasta 10 minutos por espectador –que entraba solo-. Mas de 15 personas esperando delante nuestro, demasiado tiempo de espera para algo que podemos hacer en cualquier calle de Buenos Aires.


(A dos cuadras de allí, en Plaza de Mayo, indígenas chaqueños Wichi y Qom acampan a la espera de una respuesta del gobierno, que les ha quitado sus tierras y sus trabajos) 



Llegué a casa, otra peli: “Las cosechas del futuro”.

Marie Monique Robin demuestra que se puede alimentar al mundo sin agrotóxicos.


Y así llegamos al lunes, una nueva semana naufragando bajo el agua.


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